Cada segundo de vida en el que usaba esos objetos se arañaba mi mente y se desprendía un trozo de mí. Al deshacerme de ellos y tocar la madera, tuve una visión que abarcó siglos, centenares de vidas, mares de sensaciones...
Cada alma que entraba en contacto con aquella maldita caja, vertía sus miserias en ella y tomaba aquellas virtudes que mas anhelaba... Durante ese recuerdo colectivo, pude ver como todos nos fundíamos en el deseo de ser perfectos al meter la mano en el oscuro abismo del baúl... luego, comencé a perder la consciencia de esas vidas, las fui perdiendo, como pierde la imagen una cámara que al desenfocar nos da una visión borrosa, pero antes del fundido final desperté.
Desperté justo en el instante en el que dejaba de ser yo mismo, en el instante en el que el baúl devoraba todo lo que soy y significo y me convertía en un autómata... Pues al desprenderme de todo aquello que me llevaba a errar, también me desprendía de mi humanidad... y al tomar cada cualidad que me conducía a obrar de forma perfecta, me alejaba un paso de todo lo que soy. Ese torrente de corrección, me convertía en un muñeco vacío que obraba por acción de las circunstancias, y lo mas importante, carente de aquello que me convierte en aún mas perfecto de lo que fui... mi capacidad de amar.
Pues ¿qué es una caricia dada en el momento oportuno si no se da con amor? ¿Qué significa un abrazo vacío, mientras se mira a la nada y se siente aún menos? Qué importa correr hacia la meta si no es mi corazón quién empuja a mis piernas, sino una bomba que se preocupa de avanzar, adelantar... llegar al fin del camino, sin dejarme comprender que lo importante es el recorrido. Y eso es lo que me hizo volver, la añoranza de mis heridas... el reconfortante tacto de las cicatrices que cubren mi ser, el pálido pero crudo recuerdo del dolor...
Mientras ardían en la hoguera los restos de aquel objeto, una lágrima cruzó la sonrisa que aparecío en mi semblante, permitiendome aprender que este mundo no es mas que una tensión entre contrarios... la vida, que también es morir poco a poco... un trago dulce y amargo a la vez, pero un trago que no deseo que nadie tome por mí.
Unidad didáctica: MiniYo/MaxiTodos
Hace 13 años
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