Como una fina capa de seda que envuelve mi cuerpo son sus caricias.
Su voz, al decir mi nombre, recuerda al canto de las sirenas que hace enloquecer a los marineros.
Sus ojos, cuando me miran, derraman un manantial de sensaciones dentro de mi ser, sus pupilas son el insondable fondo del tranquilo mar celeste de su iris. Cuando los cierra, sólo me queda el tenue sonido de su respiración, el leve contacto de mi piel con su piel, el mundo duerme, y yo velo por ella.
Mientras estoy sólo en el mundo de la consciencia, una egoísta preocupación me sobresalta, ronda mi pensamiento una eterna pregunta que me hace ahogar cada noche. En ese mundo de los sueños habitado por ilusiones y ficciones, poblado de una mezcla de realidad que se aleja de todo lo posible, en donde las reglas que rigen a los mortales se pliegan ante los deseos de aquellos que sueñan, ¿es acaso mía también en ese mundo?
El techo de la habitación se convierte en mi lienzo, y el pincel de mi imaginación empieza a darle forma, cientos de seres cobran vida al paso de esa insustancial pintura que es la magia mental, la imaginación. Bestias aladas, fieras figuras de la mitología que rugen desafiantes, todas amenazando a una grácil figura que esta en el centro, todas peleando entre ellas para conseguir a ese sueño en el mundo de los sueños. El miedo me abandona, y, armado con la espada de la furia me lanzo hacia esos horrores inimaginables en un torbellino de estocadas. Y justo cuando ella esta delante de mí y voy a entrar en el círculo que rodea su presencia, un viento huracanado absorbe toda la realidad hacia el cielo, y me deja caer en un infinito abismo de agonía.
Solo, estoy solo en una explanada brillante que se extiende hacia todos los lugares posibles de visión. El silencio es tan intenso que llega a umbrales insoportables, y mi respiración crea ecos que se desplazan y rebotan en las etéreas paredes de luminosidad. Al fijar la vista, veo una puerta, se distingue del resto de la habitación, porque en comparación con ella todo lo demás es oscuridad, esta hecha de luz pura, de una luz que proviene de un mundo sin normas, que no hace daño a la vista.
Camino hacia ella observando que mientras lo hago la estancia se agranda impidiéndome avanzar. Cuanta mayor es mi velocidad, mas rápidamente crece la estancia. Caigo desolado intentando cobrar el aliento mientras las gotas de sudor perlan mi frente. Y con el último resto de aliento lanzo un grito a la nada, una pregunta que todos los seres humanos estamos obligados a repetir eternamente ¿por qué?
Todo desaparece, y una espiral de negrura se apodera de mi cuerpo, me atrae hacia ella, un torbellino negro arrasa con todo, con nada, me lleva, me sume en lo más profundo que jamas se pueda imaginar, me llena de oscuridad. La caída es tan vertiginosa que me impide respirar, la presión sobre mis miembros es tan fuerte que me hace gritar, grito y mi voz no sale, es llevada a la negrura que lo ocupa todo. La agonía me impide pensar, al fondo se vislumbra un punto de claridad, un punto que a medida que voy cayendo va creciendo y va llenando mi visión, mi mente queda presa del punto. Cuando voy a chocar y creo que todo esta perdido, entro en la claridad, que se compone de una neblina espumosa de un color amarillento, me adentro en ella y su brillo me hace cerrar los ojos, los intento abrir pero no puedo, los abro...
Es de día, los rayos del Sol se derraman en la habitación en un chorro de corriente que pasa a través de la ventana. El viento mece las cortinas haciéndolas bailar, y el sonido de un mundo que empieza a vivir otra vez las atraviesa.
Me incorporo, y la contemplo como quien contempla un famoso cuadro, toco su mejilla, ella despierta y sonríe. ¨¿ Has dormido bien cariño? ¨ pregunto, y ella, con una incipiente sonrisa me dice ¨ si, pues contigo soñé... ¨
Su voz, al decir mi nombre, recuerda al canto de las sirenas que hace enloquecer a los marineros.
Sus ojos, cuando me miran, derraman un manantial de sensaciones dentro de mi ser, sus pupilas son el insondable fondo del tranquilo mar celeste de su iris. Cuando los cierra, sólo me queda el tenue sonido de su respiración, el leve contacto de mi piel con su piel, el mundo duerme, y yo velo por ella.
Mientras estoy sólo en el mundo de la consciencia, una egoísta preocupación me sobresalta, ronda mi pensamiento una eterna pregunta que me hace ahogar cada noche. En ese mundo de los sueños habitado por ilusiones y ficciones, poblado de una mezcla de realidad que se aleja de todo lo posible, en donde las reglas que rigen a los mortales se pliegan ante los deseos de aquellos que sueñan, ¿es acaso mía también en ese mundo?
El techo de la habitación se convierte en mi lienzo, y el pincel de mi imaginación empieza a darle forma, cientos de seres cobran vida al paso de esa insustancial pintura que es la magia mental, la imaginación. Bestias aladas, fieras figuras de la mitología que rugen desafiantes, todas amenazando a una grácil figura que esta en el centro, todas peleando entre ellas para conseguir a ese sueño en el mundo de los sueños. El miedo me abandona, y, armado con la espada de la furia me lanzo hacia esos horrores inimaginables en un torbellino de estocadas. Y justo cuando ella esta delante de mí y voy a entrar en el círculo que rodea su presencia, un viento huracanado absorbe toda la realidad hacia el cielo, y me deja caer en un infinito abismo de agonía.
Solo, estoy solo en una explanada brillante que se extiende hacia todos los lugares posibles de visión. El silencio es tan intenso que llega a umbrales insoportables, y mi respiración crea ecos que se desplazan y rebotan en las etéreas paredes de luminosidad. Al fijar la vista, veo una puerta, se distingue del resto de la habitación, porque en comparación con ella todo lo demás es oscuridad, esta hecha de luz pura, de una luz que proviene de un mundo sin normas, que no hace daño a la vista.
Camino hacia ella observando que mientras lo hago la estancia se agranda impidiéndome avanzar. Cuanta mayor es mi velocidad, mas rápidamente crece la estancia. Caigo desolado intentando cobrar el aliento mientras las gotas de sudor perlan mi frente. Y con el último resto de aliento lanzo un grito a la nada, una pregunta que todos los seres humanos estamos obligados a repetir eternamente ¿por qué?
Todo desaparece, y una espiral de negrura se apodera de mi cuerpo, me atrae hacia ella, un torbellino negro arrasa con todo, con nada, me lleva, me sume en lo más profundo que jamas se pueda imaginar, me llena de oscuridad. La caída es tan vertiginosa que me impide respirar, la presión sobre mis miembros es tan fuerte que me hace gritar, grito y mi voz no sale, es llevada a la negrura que lo ocupa todo. La agonía me impide pensar, al fondo se vislumbra un punto de claridad, un punto que a medida que voy cayendo va creciendo y va llenando mi visión, mi mente queda presa del punto. Cuando voy a chocar y creo que todo esta perdido, entro en la claridad, que se compone de una neblina espumosa de un color amarillento, me adentro en ella y su brillo me hace cerrar los ojos, los intento abrir pero no puedo, los abro...
Es de día, los rayos del Sol se derraman en la habitación en un chorro de corriente que pasa a través de la ventana. El viento mece las cortinas haciéndolas bailar, y el sonido de un mundo que empieza a vivir otra vez las atraviesa.
Me incorporo, y la contemplo como quien contempla un famoso cuadro, toco su mejilla, ella despierta y sonríe. ¨¿ Has dormido bien cariño? ¨ pregunto, y ella, con una incipiente sonrisa me dice ¨ si, pues contigo soñé... ¨